En muchas ocasiones, cuando el cliente está buscando el mejor pavimento para su proyecto, la clasificación AC de suelo laminado o tarima suele ser la referencia que toma a la hora de escogerlo. Sin embargo, y pese a que parece que tácitamente se ha establecido que, cuanto más elevado es el número de esta clasificación mejor es el pavimento, se trata de una referencia que no es del todo correcta. La clasificación AC es una medida más a la hora de determinar la calidad del suelo laminado, pero no la absoluta.
¿Qué es la clasificación AC de suelo laminado?
La clasificación AC en suelo laminado es una magnitud que mide la resistencia a la abrasión y el desgaste de la capa superior de este tipo de pavimentos. Esta clasificación es un estándar determinado por la Asociación Europea de Fabricantes de Suelos (EPLF) y se emplea para establecer la idoneidad de instalar suelo laminado en función de las diferentes casuísticas y espacios dentro de un edificio.
El principal ensayo que se realiza en el suelo laminado para establecer su clasificación AC es el test de abrasión de la conocida prueba de Taber. Esta prueba calcula la resistencia a la abrasión, en base al sometimiento del pavimento al frotado con un rodillo con lija por parte de la máquina en cuestión. En función de las vueltas que resiste el suelo, se le asigna el indicador que va desde AC1 a AC6, según la norma EN13329.
- AC1 (más de 900 vueltas de rodillo)
- AC2 (más de 1.800 vueltas de rodillo)
- AC3 (más de 2.500 vueltas de rodillo)
- AC4 (más de 4.000 vueltas de rodillo)
- AC5 (más de 6.500 vueltas de rodillo)
- AC6 (más de 8.500 vueltas de rodillo)
En este sentido, el suelo laminado AC1, al ofrecer una resistencia más baja, es más adecuado para zonas con poco tránsito, como por ejemplo dormitorios. Por su parte, la clasificación AC6 es idónea para zonas con tránsito elevado como aeropuertos o centros comerciales.
Por norma general, cuanto más alta sea el indicador AC, el suelo laminado será más resistente y proporcionará un mejor rendimiento, algo que no necesariamente va vinculado siempre con la calidad del pavimento.
¿Cómo se mide la calidad del suelo laminado?
Como acabamos de ver, la clasificación AC hace referencia únicamente a la resistencia al roce y a la abrasión. La calidad se determina por otra directriz. De esta manera, sí se puede conocer la calidad de los suelos según su clase: 21, 22, 31, 32… Normalmente, los que empiezan por el número 2 son de uso doméstico, mientras que los que empiezan por el 3 están enfocados a un uso más comercial. Pese a que estos suelos ya vienen clasificados, esto no implica que no se pueda usar un pavimento comercial en un ámbito doméstico.
Otro aspecto importante a la hora de establecer la calidad de un suelo es el grosor de las tablas. Generalmente, la producción de los listones va desde los 7 mm hasta los 12 mm. En este sentido, cuanto más gruesas sean las tablas, mejores prestaciones proporcionarán. Por otro lado, el tipo de soporte (HDF) también es otro de los elementos clave a la hora de escoger el pavimento.
La fórmula para conocer la calidad del suelo se mide sumando diferentes características: tecnologías de superficie, calidad del clic, clasificación AC, HDF y grosor, principalmente.
Clasificación según uso
Según la calidad, la clasificación de los suelos laminados es la siguiente:
Uso doméstico exclusivo:
Clase 21: Uso doméstico moderado
Clase 22: Uso doméstico general
Clase 23: Para uso doméstico intenso
Uso doméstico / comercial:
Clase 31: Uso doméstico intensivo / comercial moderado
Clase 32: Uso doméstico intensivo / comercial normal
Clase 33: Uso doméstico intensivo / comercial intensivo
Clase 34: Uso doméstico intensivo / industrial moderado
En definitiva, la clasificación AC de suelo laminado no es el indicador más relevante a la hora de conocer la calidad del pavimento. Existen otros parámetros que hay que tener más en cuenta como son el grosor de las láminas o el tipo de soporte. Para un uso doméstico, que no va a estar expuesto a grandes roces, tendríamos que mover muchos muebles para igualar las vueltas del rodillo de la prueba de Taber. Por eso, poniendo un ejemplo, es preferible un suelo AC3 de clase 32 y con un grosor de 10 mm, que un AC5 de clase 34 y un grosor de 7 mm.
Ahora ya sabes qué es lo que debes tener en cuenta a la hora de comprar suelo laminado de excelentes prestaciones. Si estás en la búsqueda de productos de calidad, contacta con nosotros. Somos distribuidores de suelos laminados y otros tipos de pavimentos, por lo que podremos asesorarte para conseguir el mejor de los resultados.